El Niño Poderoso

(Seneca)


Un hombre y su mujer vivían junto a su hijo de cinco años en una choza desgarbada en los bosques. Pero un día, la mujer murió dando a luz a otro niño, alegre y saludable, pero que no era más grande que la palma de una mano. Creyendo que el recién nacido no viviría, el padre lo envolvió cuidadosamente y lo colocó en un árbol hueco cerca de la choza. Luego, cremó el cuerpo de su mujer.
Como solía hacerlo día tras día, el hombre salió de caza. El niño de cinco años jugaba solo cerca de la choza. Se sentía solo. De pronto, oyó el llanto del bebé, que también se sentía solo y hambriento. Cuando el niño encontró a su pequeño hermano, le preparó una sopa de intestino de ciervo, la cual bebió con gran placer.
Con sus fuerzas renovadas, el recién nacido saltó fuera del árbol y los dos jugaron juntos. El hermano mayor le confeccionó un abrigo de piel de cervatillo y al ponérselo, parecía una ardilla correteando alrededor.
Cuando el hombre retornó a su hogar, notó que los intestinos de ciervo no estaban y le preguntó a su hijo qué había hecho con ellos.
-Ah –dijo el niño –tenía hambre.
Notando unas pequeñas huellas alrededor del fogón, el padre le preguntó:
-Estas son huellas de un niño. ¿Quién es?
Entonces el niño confesó que había encontrado a su hermano menor en el árbol hueco, le había hecho una sopa y confeccionado un abrigo de piel de cervatillo.
-Ve a traerlo –le indicó su padre.
-Es muy tímido –le contestó el niño. –No saldría de allí por nada del mundo.
-Bueno, lo atraparemos. Dile que te ayude a cazar ratones en el viejo tocón detrás del árbol hueco y yo lo atraparé.
El hombre juntó una gran cantidad de ratones y los escondió entre sus ropas. Luego, caminó hasta el árbol y se agachó simulando ser el viejo tocón. El niño fue hasta el árbol y llamó a su hermano.
-Ven, vamos a cazar algunos ratones.
El bebé trepó fuera del árbol y los dos corrieron hacia el tocón tras los ratones. Lleno de excitación, el pequeñito reía a gritos. Nunca se había divertido tanto. De pronto, el tocón se convirtió en un hombre que lo atrapó entre sus brazos y corrió hasta la choza. El bebé gritaba y pateaba, pero de nada le servía. No podía zafarse. Y el hombre no pudo tranquilizarlo hasta que puso una rama entre sus manos y le dijo:
-Golpea ese árbol.
El bebé azotó la rama contra un gran nogal y este cayó al suelo. Luego, lo dejó corretear con la rama, y todo lo que tocaba con ella lo rompía. Estaba fascinado y dejó de llorar.
El niño permanecía con su hermano mayor mientras su padre salía a cazar. Antes de partir, les había indicado:
-Mientras yo no esté, no deben ir hacia el norte. Gente mala y peligrosa vive allí.
Pero cuando el hombre partió, el pequeño le dijo a su hermano:
-Vayamos al norte. Quiero ver que hay allí.
Los niños caminaron hasta llegar a un terreno de bosques y pantanos. Oyeron algo que creyeron que eran personas diciendo:
-¡Mi padre! ¡Mi padre!
Pero en realidad se trataban de ranas cantando su canción:
-¡Noqwah! ¡Noqwah!
-¡Oh, no! Estas personas quieren herir a mi padre –gritó el pequeño.
Juntó una pila de rocas ardiendo al rojo vivo y se las lanzó a las ranas, que murieron al instante.
Cuando volvieron a su hogar, su padre estaba furioso.
-No debieron haberse ido. Ni tampoco deben ir hacia el oeste. Allí también es peligroso.
Pero al día siguiente, cuando su padre se había ido, el pequeño dijo:
-Quiero ver que hay en el oeste. ¡Vayamos!
Partieron en dirección oeste hasta que se toparon con un alto pino en cuya punta había una cama hecha de pieles.
-¡Qué lugar extraño para una cama! –dijo el pequeño a su hermano. –Voy a trepar para ver qué hay.
Al subir se encontró con que en la cama había dos niños desnudos y asustados, un niño y una niña. Pellizcó al niño desnudo, que comenzó a gritar:
-¡Padre, padre! Un extraño niño se apareció y me dio un susto de muerte.
Repentinamente, la voz del Trueno se oyó en el lejano oeste. Retumbó hacia ellos a una gran velocidad hasta que llegó a la punta del árbol donde estaba la cama. Con una rama en su mano, el pequeño niño, el Poderoso, golpeó al Trueno en la cabeza y este cayó muerto al suelo.
Luego, el pequeño pellizcó a la niña desnuda, que comenzó a gritar:
-¡Madre, madre! Un extraño niño me está molestando.
E instantáneamente, la voz de la madre Trueno estalló en el oeste, oyéndose cada vez con más fuerza hasta que llegó al árbol. El Niño Poderoso la golpeó en la cabeza como había hecho con su esposo y cayó muerta al suelo.
El Poderoso pensó: “Estos niños Trueno serán un lindo bolso de tabaco para mi padre. Se los llevaré a casa”.
Golpeó a los niños con su rama y cayeron al suelo.
Los dos hermanos volvieron a su hogar y al ver a su padre, el pequeño le dijo:
-Oh, padre, mira este bello bolso que te he traído.
-¿Pero qué has hecho? –exclamó el padre al ver los niños Trueno muertos. –Estos Truenos jamás nos lastimaron. Ellos traen la lluvia y eso nos hace bien. Pero ahora vendrán a destruirnos para vengar a sus hijos.
-Oh, no, no nos harán daño. He matado a toda la familia –le contestó el Niño Poderoso.
Entonces el padre tomó las pieles para confeccionarse un bolso de tabaco, pero les advirtió:
-Jamás deben ir hacia el norte, a la tierra donde vive Pelo de Piedra.
El hermano mayor no quería desobedecer más a su padre, así que al día siguiente, el Niño Poderoso se dirigió rumbo al norte solo. Cerca del mediodía, oyó los fuertes ladridos del perro de Pelo de Piedra, que en altura sobrepasaba a la de un ciervo. Pensando que su dueño estaría cerca, el pequeño saltó al corazón de un castaño a esconderse.
El perro seguía ladrando y Pelo de Piedra se acercó a ver qué sucedía.
-No hay nada allí –le dijo a su perro, pero este seguía ladrando de cara al árbol.
Pelo de Piedra golpeó al árbol con su rama y se partió a la mitad.
-¡Qué niño tan extraño eres! –dijo Pelo de Piedra mirando al pequeño niño mientras salía del árbol. –No tienes el tamaño ni siquiera para llenarme una muela.
-No he venido a llenarte ninguna muela. He venido hasta tu casa para ver cómo vives –le contestó el niño.
-Muy bien, vamos –dijo Pelo de Piedra y comenzó a dar enormes pasos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario