Coyote arrojó el palo y siguió caminando. ¿Qué más podía hacer? Un poco más adelante, se encontró con más gente que yacía moribunda.
-¿Están enfermos? -les preguntó.
-No -le respondieron -nos morimos de hambre. Estamos atrapados dentro de este gigante.
-No sean tontos -exclamó Coyote. -Si verdaderamente estamos adentro de un gigante, entonces las paredes de esta cueva son su estómago. Podemos sacar trozos de carne y grasa de ellas.
-No se nos había ocurrido -dijeron.
-No son tan listos como yo -dijo Coyote.
Tomó su cuchillo de caza y comenzó a cortar trozos de las paredes de la caverna. Estaban en lo cierto. Eran la carne y la grasa del estómago del gigante. Se la dio a los hambrientos. Luego, fue a llevarle un poco a la mujer que había visto al principio. De pronto, todos los que estaban aprisionados en el estómago del gigante comenzaron a recobrar fuerzas y se sintieron alegres nuevamente. Pero no eran del todo felices.

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