Águila Manchada y Cuervo Negro

(Siux White River)


Muchas vidas atrás vivieron dos valientes guerreros. Uno se llamaba Wanbli Gleshka, Águila Manchada y el otro Kangi Sapa, Cuervo Negro. Eran amigos, pero resulta que estaban enamorados de la misma muchacha, Sitkala Lutawin, Pájaro Rojo. Era una mujer hermosa y hábil en la tarea de teñir los cueros y obtener espinas. A ella le agradaba más Águila Manchada, lo que despertaba en el joven Cuervo Negro algo de tristeza meclado con celos.
Cuervo Negro le propuso a su amigo:
-Vayamos en una incursión de cacería contra los Pahani. Nos conseguiremos unos buenos caballos y unas plúmas de águila.
-Buena idea -le contestó Águila Manchada.
Y para esto, los dos jóvenes se purificaron en un baño de exhudación. Tomaron su medicina para la guerra y sus escudos. Pintaron sus rostros y todo lo que un guerrero debe hacer antes de salir en una incursión. Luego marcharon en dirección al campamento de los Pahani.
La incursión de Águila Manchada y Cuervo Negro no resultó como se lo esperaban. Los Pahani estaban muy precavidos y los jóvenes guerreros no pudieron acercarse a una manada de caballos. No sólo no lograron capturar ningún caballo, sino que incluso perdieron los suyos cuando intentaban desplazarse hasta la manada del enemigo. Les resultó muy difícil escapar a pie ya que los Pahani los buscaban por todas partes. Al llegar a un lago, tuvieron que ocultarse debajo del agua y respirar a través de largos juncos huecos que sobresalían a la superficie. Al menos eran astutos para esconderse. Finalmente los Pahani desistieron de su búsqueda.
Viajando a pie, el camino de regreso a la aldea se hizo más largo. Sus mocasines estaban destrozados, sus pies sangrando. Al llegar a una colina elevada, a Cuervo Negro se le ocurrió:
-Subamos a esa cima para ver si el enemigo aún nos persigue.
Trepando hasta el sitio elevado, pudieron ver los campos por los que venían huyendo y alegremente comprobaron que ya nadie estaba tras sus huellas.
En una cornisa que se encontraba bien debajo de sus pies vieron un nido con dos pichones de águilas.
-Por lo menos, capturemos esas águilas -propuso Cuervo Negro.
No había manera de bajar esa pared rocosa tan empinada. Pero Cuervo Negro tomó su lazo de cuero e hizo un nudo, colocando la cuerda alrededor del pecho de Águila Manchada y así pudo bajar. Cuando su amigo estuvo en el risco junto al nido, Cuervo Negro se dijo a sí mismo:
"Puedo dejarlo morir aquí. Cuando vuelva a casa solo, Pájaro Rojo se casará conmigo".
Arrojó el final de la cuerda que tenía en la mano y se marchó, sin mirar atrás ni prestar atención a las súplicas de Águila Manchada.
Al final, Águila Manchada no tuvo más remedio que reconocer que su amigo lo había traicionado dejándolo morir. La cuerda era demasiado corta para descender hasta el suelo. Hacia abajo, había una caída de trescientos metros. Estaba solo, con las dos pequeñas águilas, que chillaban furiosas hacia la extraña criatura de dos patas que había invadido su nido.
Cuervo Negro regresó a la aldea y le contó a todos:
-Águila Manchada murió como un guerrero. Los Pahani lo mataron.
Se oyeron llantos a lo largo de la aldea, porque todos quierían a Águila Manchada. Pájaro Rojo se tajó los brazos con un cuchillo filoso y se cortó el cabello para demostrar abiertamente su dolor. Pero como la vida debe continuar, ella se convirtió en la mujer de Cuervo Negro.

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